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34 y le curó las heridas con aceite y vino, y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura y lo llevó a una posada, y cuidó de él. 35 Al otro día, antes de partir, sacó dos monedas, se las dio al dueño de la posada, y le dijo: “Cuídalo. Cuando yo regrese, te pagaré todo lo que hayas gastado de más.” 36 De estos tres, ¿cuál crees que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?»

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